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UNA COMUNIDAD DE DESTINO DE LA HUMANIDAD


                   laborales y de propiedad, y la cultura y el deporte. Dado que la vida
                   de la ley emana de su puesta en práctica, todos los países tenemos la
                   responsabilidad de defe nder la autoridad del imperio internacional de
                   la ley, ejercer nuestros derecho s conforme a la ley y cumplir nuestros
                   deberes de buena fe. Puesto que la vida de la ley emana también de
                   la imparcialidad y la justicia, todos los países y los órganos judiciales

                   internacionale s deben garantizar la aplicación igualitaria y unificada del
                   derecho internacional, no estando permitido utilizar dobles raseros ni
                   “aplicar lo que convenga y no aplicar lo que no convenga”, a fin de lograr

                   realmente que “la actuación imparcial y equitativa abra a la gobernanza
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                   un camino ancho y llano” .
                        “El mar acepta los cien ríos y es grande porque contiene”. La
                   apertura y la inclusión son los cimientos sobre los que se ha levantado
                   el gran escenario de la diplomacia multilateral que es Ginebra. Hemos
                   de fomentar la democratización de las relaciones internacionales y
                   no permitir que un solo país imponga su hegemonía ni que unos
                   pocos gobiernen a todos los demás. El destino  del mundo ha de estar
                   conjuntamente en manos de todos los países, las reglas internaciona les
                   han de redactarse conjuntamente entre todos los países, los asuntos
                   mund iales han de tratarse conjuntamente entre todos los países y los
                   frutos del desarrollo han de ser compartidos por todos los países.
                        En Un recuerdo de Solferino, lib ro publicado en 1862, Henry Dunant
                   se preguntaba si sería posible establecer organizaciones huma nitarias y
                   formalizar convenios humanitarios. La respuesta a la pregunta de Dunant
                   llegó pronto, al año siguiente,  con la fundación del Comité Internacional
                   de la Cruz Roja (CICR). A lo largo de sus más de 150 años de des arrollo,
                   la Cruz Roja se  ha erigido en símbolo de un espíritu y en un estandarte.
                   Ante las frecuentes crisis humanitarias, hemos de desarrollar el espíritu
                   humanitario, la filantropía y la abnegación, para hacer llegar nuestra
                   solidaridad y amor a la gente en aprietos, y reavivar su esperanza,
                   siendo necesario al mismo tiempo persistir en los principios básicos de
                   neutralidad, imparcialidad e independencia, evitar l a politización de los
                   problemas humanitarios y perseverar en la no militarización de la ayuda
                   humanitaria.






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