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PREFACIO Y EPILOGO A INVESTIGACIONES RURALES 9
de mirar hacia abajo, sin la sed de conocer, sin la disposición a despo-
jarse de toda apestosa presunción y ser de buen grado un modesto
alumno, será imposible hacer una investigación o hacerla bien. Hay
que comprender que las masas son los verdaderos héroes, en tanto
que nosotros somos a menudo pueriles y ridículos; sin comprender
esto, no podremos adquirir ni los conocimientos más elementales.
Repito que el objetivo principal de la publicación de estos mate-
riales de referencia es mostrar un método para conocer las condiciones
en la base, y no exigir a nuestros camaradas que memoricen los datos
concretos y las conclusiones que se desprenden de ellos. Hablando en
general, la burguesía china, que se halla en su infancia, no ha podido
ni podrá jamás proporcionarnos datos relativamente completos, ni aun
elementales, sobre la situación de la sociedad, como lo ha hecho la
burguesía de Europa, Norteamérica o el Japón; por consiguiente,
tenemos que recogerlos nosotros mismos. Hablando específicamente,
quienes se dedican al trabajo práctico deben mantenerse siempre al
tanto de las condiciones cambiantes, y en este aspecto el Partido
Comunista de ningún país puede depender del esfuerzo ajeno. Por
lo tanto, toda persona que se encargue de un trabajo práctico debe
investigar las condiciones en la base. Semejante investigación se hace
especialmente necesaria para quienes tienen sólo conocimientos teó-
ricos y no se hallan al corriente de las condiciones reales; sin hacerla,
no podrán vincular la teoría con la práctica. “Quien no ha investigado
no tiene derecho a opinar.” Aunque esta afirmación ha sido ridiculi-
zada como “empirismo estrecho”, hasta la fecha no me arrepiento de
haberla hecho; al contrario, sigo insistiendo en que sin haber investi-
gado nadie puede tener derecho a opinar. Hay muchos que, “apenas
descienden de su carroza”, comienzan a vociferar, a lanzar opiniones,
criticando esto y censurando aquello; pero, en los hechos, de cada
diez personas así, diez fracasan, porque sus comentarios o críticas,
que no están fundamentados en una investigación minuciosa, no son
más que charlatanería. Innumerables son los daños que han causado
a nuestro Partido semejantes “enviados imperiales”, a los que encon-
tramos aquí y allá, casi en todas partes. Con razón dice Stalin que
“la teoría deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la prác-
tica revolucionaria”. Y con razón agrega que “la práctica es ciega
si la teoría revolucionaria no alumbra su camino” . Sólo se puede
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acusar de “empirismo estrecho” a los “prácticos”, que andan a tientas
y carecen de perspectiva y previsión.