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               al ejército japonés, entonces, en lugar de ceñirnos a la experiencia ad-
               quirida en el período de la guerra civil, introdujimos ciertas modifica-
               ciones necesarias en nuestra forma de lucha y la elevamos a una nueva
               altura, tomando decisiones y adoptando tácticas sobre la base de un
               minucioso estudio de la situación del enemigo. Por supuesto, movién-
               donos como estamos en el frente de batalla de las regiones liberadas,
               debemos adoptar tácticas apropiadas para dicho frente en términos
               de lugar y tiempo. Estas reglas generales para hacer la guerra están
               estrechamente relacionadas, además, con el hecho característico de
               que nuestro ejército y nuestro pueblo están unidos. Por una parte,
               el ejército, haciendo la guerra de la manera que le es propia, contribu-
               ye a respaldar las diversas formas de lucha del pueblo y éste, por su
               parte, luchando en todos los frentes (en el político, el económico, el
               cultural y el militar, así como en la ruptura de las líneas de comuni-
               cación enemigas), ayuda al ejército a hacer la guerra. Esta coordina-
               ción en todos los órdenes entre ejército y pueblo se hace extensiva al
               campo de batalla, a cada campaña y a cada combate. Este es el
               nuevo método de hacer la guerra que hemos creado en el curso de la
               guerra popular, el método promovido por el camarada Mao Zedong.
                  Oficiales, soldados y pueblo tienen un único empeño: golpear al
               enemigo por todos los medios posibles. Por consiguiente, con tal que
               se ajusten a las circunstancias y sean practicables, las órdenes cursadas
               por el VIII Ejército y por el Nuevo 4.° Cuerpo de Ejército siempre se
               ejecutan correctamente. Incluso si, como ocurre en algunos casos, las
               órdenes resultan impracticables o no llegan a tiempo, puede evitarse
               el daño, ya que las unidades inferiores son capaces de adaptarse a
               las  circunstancias  y  de  obrar  con  agilidad  y  resolución.  Esta  es  la
               razón por la cual venimos triunfando en todas las batallas.
                  El año pasado, las tropas del Guomindang sufrieron una estrepi-
               tosa derrota en la provincia de Henan. Los comentaristas  que  ana-
               lizaron la campaña llegaron a la conclusión de que la derrota se debió
               a cinco desavenencias: entre un sector y otro del ejército, entre los
               oficiales y los soldados, entre el ejército y las autoridades civiles, entre
               el ejército y las organizaciones partidistas del Guomindang, y entre el
               ejército y el pueblo. Esto es muy cierto. El ejército de los grandes
               terratenientes y de la gran burguesía tropieza con desavenencias por
               todas partes, mientras que el VIII Ejército y el Nuevo 4.° Cuerpo de
               Ejército se ven favorecidos por doquier con la “armonía humana”.
               Esta es una diferencia fundamental.
                  Ahora, algunas palabras sobre teoría militar. Siempre que se abor-
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