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CONSTRUYAMOS UNA COMUNIDAD DE DESTINO DE LA HUMANIDAD


                para su intercambio y correferenciamiento. El mar acepta los cien ríos
                y es grande porque contiene. Las diversas civilizaciones creadas por la
                humanidad son cristalizaciones del trabajo y la sabiduría. Cada una de
                ellas es singular. En materia de civilización, trasplantar forzosamente, o
                tajarse el pie para acomodarle el zapato, además de imposible, es muy
                perjudicial. Los frutos de todas las civilizaciones merecen respeto y se
                han de apreciar.
                    La historia nos dice que solo el intercambio y el correferenciamiento
                permiten que una civilización pueda imbuirse de vitalidad. Siempre
                que nos atengamos al espíritu inclusivo, no habrá ese tal “choque de
                civilizaciones”, se podrá lograr la armonía entre las diversas civilizaciones.
                Tal como los chinos decimos a menudo, “seas rábano o verdura, tendrás
                a quién te guste”.
                    Pese a haber experimentado un cambio histórico de más de
                cinco mil años, la civilización china ha transmitido un mismo pulso,
                acumulando las más hondas aspiraciones espirituales de la nación,
                representando la singular seña distintiva espiritual de esta y ofreciéndole
                rica nutrición para su pervivencia ininterrumpida, su desarrollo y su
                robustecimiento. Es una civilización producida en la tierra de China y
                conformada también mediante el intercambio y mutuo referenciamiento
                con las demás civilizaciones.
                    China empezó a abrir ya en el siglo II antes de nuestra era la
                Ruta de la Seda, que conducía a las Regiones Occidentales, en las que
                divulgó la cultura china Zhang Qian, de la dinastía Han, enviado allá
                en los años 138 y 119 a. n. e., y desde las que introdujo la uva, la alfalfa,
                la granada, el lino, el ajonjolí y demás logros culturales. En tiempos de

                la dinastía Han del Oeste, la flota china ya llegó a la India y Sri Lanka,
                donde obtuvo esmalte, perlas y otros artículos en intercambio por la
                seda. La dinastía Tang fue el periodo histórico chino de más dinámica
                relación con el exterior. Los registros históricos dan cuenta de más de
                setenta países con los que la China de esa dinastía estableció relaciones
                diplomáticas o amistosas, y en Chang’an, la entonces capital, vinieron a
                convergir y agruparse enviados, comerciantes y estudiantes extranjeros.
                Este intercambio a gran escala promovió tanto la divulgación de la
                cultura china en el mundo como la introducción en China de culturas y
                productos de diversos países. Las siete singladuras al frente de una gran



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